En el cerro de Tepeyac los Indígenas mexicanos rendían culto a la diosa Tonantzin, que significa: “Madre de los dioses y nuestra madre”, esta situación pareció ser una gran oportunidad para el Fray católico-Español Alonso de Montufar, quien al mejor estilo del Papa León X en pleno siglo XVI soñaba poder construir un templo para así obtener riquezas, poder y dominio sobre los indígenas de la región.
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